jueves, 1 de noviembre de 2012

El fin del mundo

Oh, Sevilla.
Hace una semana me detuve un momento y caminé lento a lo largo del Guadalquivir hasta que encontré un sitio donde poder sentarme a contemplarlo todo y tratar de poner un poco de orden a mis pensamientos. Le platiqué al río acerca de mi vida; le conté como a inicios de este año yo creía que ya lo tenía todo: un hogar, una nueva familia, el mejor trabajo del mundo y a mi lado al amor de mi vida. Aparentemente no me hacía falta nada, no necesitaba nada más.

Me puse a llorar.
El río seguía fluyendo y con su fluir se llevaba mis lágrimas.
Nos quedamos callados un rato.
Yo lloraba, el fluía.

Unos minutos más tarde, mi mente se había serenado; una catarsis, el agua siempre purifica.
De esa forma llegaron a mi cabeza muchos pensamientos; las apariencias siempre nos engañan y más cuando uno peca de ingenuo. Peor cuando uno siempre sabe que esta siendo engañado y se niega a abrir los ojos por temor a seguir viendo lo que sabe que esta ahí y que no se irá, eso que nunca va a cambiar. Yo cerré mis ojos hace mucho tiempo y repetí para mis adentros miles de veces: "lo tengo todo, no necesito nada más, esto es lo mejor que me pudo haber pasado", hasta que me lo creí, hasta llegué a pensar que todo eso que tenía era demasiado para mí y que yo no lo merecía.

Los sonidos cuando atardece son distintos a los del resto del día… hay un momento en el que todo se queda quieto; menos el río. Si cierras los ojos y escuchas, ese sonido que se va apagando poco a poco para dar pie a los nuevos sonidos nocturnos; ese silencio momentáneo que separa un instante de otro… de alguna forma, de alguna manera te permite coger un poco de aire y seguir adelante.

Ya lo sabía, me di cuenta casi desde que inició… yo no tuve nada. Cuando me di cuenta ya no tenía ese hogar; la familia que había decidido formar con ese hombre que creí era el amor de mi vida… se desintegró. Detrás de ese amor no había más que pura voluntad, voluntad de querernos, pura voluntad de tener un hogar feliz. En el momento en que disminuyó esa voluntad el amor huyó como un pájaro al que le han abierto la jaula. Yo que había permanecido meses y meses sabiendo la respuesta a mis preguntas; esa respuesta que me daba miedo decir en voz alta. Por que desde aquel septiembre, la palabra "márchate!"empezó a sonar como una hermosa tentación en mi cabeza. Y de repente, después de todo… lo que deseaba estaba de pronto allí y yo me sentí sorprendida de aceptar el inminente final con inequívoca e inalterada alegría.

Mi alma me ha pedido libertad toda mi vida; libertad de ser, de sentir, de crecer… nací con un espíritu libre que he mantenido enjaulado desde siempre; porque he creído estúpidamente que un espíritu como el mío no puede ser libre a menos que tenga un compañero; y quizá sea verdad… la cuestión es que todos aquellos compañeros que han llegado no me han dejado ser libre… uno me aprisionó en su vida, sus proyectos, su música, sus sueños… y el último simplemente me ofreció una jaula más grande donde pudiéramos volar los dos. Pero una jaula, nunca deja de ser jaula a menos que le abran la puerta. Y finalmente… eso sucedió. Cuándo me dijo que yo no era el amor de su vida, en ese momento pude ver los barrotes que nos habían mantenido juntos en ese lugar; finalmente yo decidí irme… por fin podía gritar esa respuesta… por fin pude hacer lo que realmente quería…

Por fin, abrí la puerta de esa jaula, ya era octubre, otros tiempos y yo estaba sentada a la orilla del Guadalquivir, sola. Felizmente a solas con el río. Un río que jamás imaginé que iba a conocer… porque jamás en estos años me imaginé a mi misma cruzando el mundo para estar en alguna otra parte. Y menos, estando yo sola.

Últimamente sueño con el fin del mundo. En mis sueños todo se acaba, mi mundo se cae en pedazos y yo estoy sentada en medio de todo, observando, pasiva. Alguien me dijo apenas que soñar con ese tipo de desastres significa que algo en mi vida me esta causando conflictos… por que para él los sueños son solo un reflejo de nuestras cotidianas vidas. Yo creo que más que otra cosa, mis sueños me dicen que estoy lista para terminar con el mundo en el que hasta ahora he creído.

El río me lleno de promesas, promesas que he hecho conmigo misma, nuevas metas que me he puesto. Porque hay miles de cosas que he querido hacer y que no había creído que podía hacer sola, hasta que caí en cuenta que crucé el mundo, viaje por África, atravesé el estrecho de Gibraltar en ferry, recorrí hermosos y melancólicos lugares en España.

Finalmente siempre acabamos llegando a donde nos esperan, lo que significa que aún tengo un camino largo que recorrer, por que a estas fechas no he llegado a ese lugar.

Los espíritus inquietos no pueden permanecer en el mismo sitio.