lunes, 28 de enero de 2013

Fuera del área de confort.

Entonces descubrí que mi mundo tenía fronteras invisibles… límites impuestos por algo que pensé que lo era todo. Amar a alguien te segrega del mundo…

"Al irte de mi vida, me has privado del placer de estar contigo pero a la vez me has hecho libre. Libre frente al mundo al que aborrezco. Y si puedo permitirme aborrecerlo es por que tú ya no estás"

Ignoré y menosprecié todo lo que me rodeaba… dejé que el mundo girara sin mí.
Hoy… te aborrezco a tí, tú que eras mi mundo…

Soy tan libre para pensar en tantas cosas. 
Por ejemplo… en el tiempo. 
Por ejemplo… he decidido no vivir más aquí.
Por ejemplo… llevo casi 600 días de ser vegetariana.
Por ejemplo… los libros descubiertos por mí que han sido una joya.
Por ejemplo… todos mis bordados en la pared.
Por ejemplo…mi nueva cabellera.
Por ejemplo… el disco que compré.
Por ejemplo… mi propia tarjeta de crédito y mi propio registro fiscal.
Por ejemplo… los besos de otros.
Por ejemplo… las cenas a la 1am.
Por ejemplo… los nuevos amigos.
Por ejemplo… mi salud mental.

Es una maravilla…
sólo cierro los ojos y el flujo natural de la vida me lleva en una dirección…
siento mariposas en el estómago… cuando abra los ojos estaré en otro lugar.

Nuevas formas, nuevos ritos, nuevos sueños y misterios.
Nuevos seres que se acoplan pese al frío sideral.
Vida nueva.





martes, 8 de enero de 2013

2013

Insistes en decirme que el tiempo es relativo… yo creo que lo dices porque te da miedo, te da miedo que el tiempo pase y en su camino te vaya dejando todas las consecuencias de las decisiones que has tomado…  y que en una de esas, no puedas evitar enfrentarlas.

Yo creo que el paso del tiempo es una bendición. Es inútil tratar de aferrarse a las cosas porque todo cambia…

Citando a Paul Auster en su libro 'El país de las últimas cosas':

Todo son las últimas cosas. Desaparecen una a una y no vuelven más. Una casa esta aquí un día y al siguiente desaparece. Una calle, por la que uno caminaba ayer, hoy ya no está aquí. Incluso el clima cambia de forma continua: un día sol, seguido de uno de lluvia; un día de nieve, luego uno de niebla; templado, después fresco; viento seguido de quietud; un rato de frío intenso y hoy por ejemplo, en pleno invierno, una tarde de luz esplendorosa, tan cálida que no necesitas llevar más que un suéter.

Uno aprende a no dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento, o te das la vuelta para mirar otra cosa y aquella que tenías delante desaparece de repente. Nada perdura, ya ves, ni siquiera los pensamientos en tu interior. Y no vale la pena perder el tiempo buscándolos; una vez que una cosa desaparece, ha llegado a su fin. 

Solo puedes sobrevivir si aprendes a prescindir de todo. Debes ser capaz de cambiar sin previo aviso, de dejar lo que estás haciendo, de dar marcha atrás. Al final todo se reduce a esto, por lo tanto:
Es necesario aprender a descifrar los signos.

Desde hace un par de años la vida me dio dos grandes lecciones… la primera ocurrió cuando mi María se fue para siempre… el desprendimiento y extinción del alma. Cuando ella se fue supe que ninguna otra despedida me dolería igual. Uno piensa que conoce lo que es el dolor… pero cuando alguien que amas se va, no por voluntad propia y para siempre… ahí se revela el rostro del verdadero dolor. Esa noche… algo dentro de mí se murió. Así es como empecé a desprenderme de las cosas a las que más afecto les tenía… porque ese acontecimiento le quitaba todo el mérito a todas esas ausencias y despedidas por convicción… a esos adioses de personas que pudieron haberse quedado pero prefirieron irse por voluntad propia.

La segunda ocurrió cuando lo que ya sabíamos que iba a pasar desde hacía tiempo… ocurrió. Tenía todo, lo perdí todo. Esa noche que fui a ver el departamento al que me mudaría… pase al parque. Sentí que necesitaba sentarme a asimilar lo que pasaba… porque todo a lo que le tenía más miedo en la vida estaba sucediendo de verdad. No había mejor lugar en el mundo que ese parque que siempre había estado ahí desde que me mudé a la ciudad. Hacía un poco de frío, y a lo largo de esas cuatro o cinco cuadras que me separaban de mi destino, tuve que contener las lágrimas. Entonces llegué… solo que el parque ya no era el mismo. Había cosas nuevas… tan bonitas. En ese momento me di cuenta de que… todo cambia. Ese lugar que había sido testigo de mis triunfos pero más de mis fracasos y mis tristezas, ya no era el mismo.

Y lo supe… todo cambia. Cosas desaparecen. Pero cuando se crea un vacío siempre llega algo nuevo a ocuparlo, aunque sea temporalmente.

Siento un alivio ahora que el tiempo ha pasado… siento como si hubieran pasado eternidades.  Y es que básicamente estuve un par de años en reposo, en pausa. Y en el momento en que se me concedió nuevamente mi libertad todo se desbordó… nuevas ideas, nuevos proyectos, nuevos amigos, nuevos sueños, nuevos planes… nuevo hogar… nuevo cuerpo… paisajes nuevos… aires nuevos.

Nota mental. Uno pensaría que la libertad aligera… pero la verdad es que la libertad no es relajamiento, sino mayores responsabilidades. No aligera, carga.

Obviamente hay muchas cosas que lamento no haber hecho de otra forma por no poner suficiente atención a las cosas. Pero no tengo necesidad de llenar mi cabeza con arrepentimientos, culpas y reproches. Hoy soy otra persona, muy diferente… me veo a la distancia y veo una hermosa transición… he llenado mis vacíos con cosas que me colman el alma de alegría.

De repente descubrí que siempre había deseado estar sola. Sin anhelar la compañía de alguien. Sin esperar. Odio esperar. Me causa ansiedad y enloquezco. Ahora que no espero nada soy la persona más feliz del mundo. Me gusta esta libertad de poder decidir sola. Me ha llevado lejos. Me ha dejado sin comer… y me ha hecho cometer estupideces que he disfrutado mucho.

Enhorabuena 2013.
Los contadores volvieron a ceros.