miércoles, 15 de diciembre de 2010

Tu boca silenciosamente promete ser feliz, o bien, cuando dije que me estaba enamorando de tí.

 
–Ésto que sientes no puede ser amor… es atracción.
–No, la atracción es una consecuencia, no puede existir sin amor…
–Entonces, ¿qué es el amor?

–Tu voz, tus ojos, tus manos, tus labios…
nuestros silencios, nuestras palabras…
la luz que se va y la luz que regresa…
una simple sonrisa entre los dos…
una mirada, una palabra…

–Todo se mueve… 
debemos avanzar para sobrevivir, 
avanzar directo hacía lo que amamos…


–Yo me acerqué a tí,
porque cuando sonríes todo es mejor, 
Con tus brazos rompiste esta soledad.



viernes, 10 de diciembre de 2010

Envejezcamos juntos o bien, no prometas amarme para siempre.


–¿Ves cómo yo tenía razón?
–¿De que hablas?
–Nunca creíste que íbamos a estar para siempre enamorados… 
–No, no lo hice; pero…

Nunca te dije que te amaría para toda la vida…
Ay, mi amor… 
Nunca juraste adorarme toda la vida, 
Nunca hicimos promesas como esas… conociéndome; conociéndote a tí.
Nunca pensamos que nos atraparía el amor, volubles como éramos.

Y así, paso a paso, sin decirnos una sola palabra;
poco a poco los sentimientos se deslizaron entre nuestros cuerpos felices y mezclados.
¿Cuántas palabras de amor?

Nunca hubiera pensado que te iba a querer por siempre… 
Ay, mi amor…
Nunca pensamos que podríamos vivir juntos y no aburrirnos,
despertar todas las mañanas y sorprendernos de estar tan felices en la misma cama,
Deseando nada más que el banal placer de sentirnos tan bien de estar juntos.

Y así, paso a paso, sin decirnos una sola palabra;
poco a poco, nuestros sentimientos nos han atado a pesar de nosotros mismos, 
nos han atado para siempre…
Sentimientos más fuertes que cualquier palabra de amor, conocida o sin conocer…
Sentimientos tan salvajes y tan fuertes; sentimientos que no hubiéramos creído posibles antes… 

Nunca prometas quererme de por vida, 
No hagamos ese tipo de promesas, conociéndome, conociéndote a tí.
Mantengamos la idea de que nuestro amor será corto y dulce…

 –Ya lo sabremos cuando estemos muertos. En sesenta años, sabremos si estuvimos enamorados para siempre.
–Eso no es verdad; yo se que te amo… pero no estoy segura de tí…
–¡Te amo, de verdad te amo!
–Bueno, pronto lo sabré.


No prometas amarme de por vida, no hagamos ese tipo de promesas; mantengamos la idea de que nuestro amor será corto y dulce… 

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hablando de conejos o bien, la noche está estrellada y tú si estás conmigo.



¿Te gustan los conejos? –me preguntó.
Sí –dije–. Me encantan. Cuando era pequeño siempre había conejos en la casa. Jugaba con ellos. Incluso dormí con ellos. 
–¡Qué bien! Yo, de pequeña, me moría por tener un conejo. Pero jamás me dejaron. Mi madre los odia. En toda mi vida, hasta ahora, jamás he conseguido tener lo que deseaba de corazón. ¡Ni una sola vez! Cuesta de creer, ¿no te parece? Tú no puedes entender que vida es ésa, seguro. Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿sabes que pasa? Que acaba por no saber incluso lo que quiere. 
Le tomé la mano.
–Tal vez haya sido así hasta ahora. Pero ya no eres una niña, tienes derecho a escoger tu propia vida. Si quieres un conejo, elige una vida donde puedas tenerlo. Es muy simple. Tienes todo el derecho, ¿no te parece?
–Sí. 
Unos meses después, hablamos de casarnos.